domingo, 7 de octubre de 2007
Bill Watterson: Calvin y Hobbes. Los martes no empiezan mucho peor
Esta mañana tuve un sueño maravilloso. Extendí mis brazos rectos a los lados, al agitarlos, descubrí que elevarme unos centímetros por encima del suelo. ¡Los moví más deprisa y pronto me elevé sin esfuerzo por encima de los árboles y los postes de teléfonos! ¡Podía volar! Encogí los brazos y descendí sobre el vecindario. Todos me miraban asombrados y corrían detrás de mí disparándome. Entonces, aceleré tanto que mis ojos lagrimeaban a causa del viento. ¡Reía y reía dando vueltas por el cielo! Fue entonces cuando mamá me despertó, diciendo que iba a perder el autobús si no sacaba el culo de la cama. Y aquí estoy, veinte minutos después, bajo la fría lluvia, esperando ir al cole y acordándome de que me he olvidado la comida.