Me produce una tremenda ansiedad saber si en la habitación del hotel, al igual que en la casa de mi hermano, aparecerá a medianoche una cuadrilla de zancudos a romper mi sueño, a crispar mis nervios, a obligarme a encender la luz y a ponerme en estado de alerta para detectar el zumbido y atacar a palmadas a esos miserables zancudos que me han hecho la vida imposible.