El proceso mental que me anima a poseer una idea de ustedes [...] es paralelo al mecanismo por medio del cual soy capaz de concebir a alguien inexistente y de darle vida por medio de palabras —de ideas, con las que a fin de cuentas todos hemos sido modelados—. Podemos afirmar, con el bardo, que estamos hechos de la misma materia de los sueños siempre y cuando no olvidemos que los sueños también están hechos de retazos —a veces significativos, a veces inconexos— de ideas.
Caballos apenas concebidos, ni realidad ni metáfora. Mas yo los oigo incansables —como la sangre arrebatada en un cuerpo sin sombra— ir de acá para allá buscando las orillas de un sueño ya imposible.
Caballos sin nadie que los sueñe.
de El levitador y su vértigo (Calambur Editorial, Málaga, 1999)
mi cama tiene la prueba de que no existo sino en sueños
y mi peso que se tiende en ella como si flotara
respira para que bailen los dioses de la noche,
fantasmas varios y alucinaciones de la insomne duermevela,
cada noche jardín distinto o variado infierno
Y todo esto, que en el tren le había parecido extraordinario, pero posible, verosímil y hasta divertido, sintió que se iba convirtiendo conforme ella lo relataba en una cómica sucesión de disparates, como esos sucesos perturbadores, como esas ideas geniales que se nos ocurren en sueños, y que al verbalizarlas se diluyen en el aire o dejan al descubierto su condición de gilipollez.
En otro orden de cosas, me he despertado hace un rato de una siesta tardía. Soñaba que iba corriendo por New York, conocía a alguien que llevaba un ridículo vestido a rombos fucsias y negros sin una manga que discutía con los barrenderos y nunca había oido Nine Inch Nails. Recuerdo vagamente racistas antihispanos, peleas, aventurillas y movidotas varias.
Se preparó un segundo café que disipó definitivamente las brumas del sueño, y luego pensó en dejarle una nota a Olga. «Debemos reflexionar», escribió, y luego tachó la fórmula y escribió: «Mereces algo mejor que yo.»
Ocurre con las ciudades como con los sueños: todo lo imaginable puede ser soñado pero hasta el sueño más inesperado es un acertijo que esconde un deseo, o bien su inversa, un miedo. Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos, aunque el hilo de su discurso sea secreto, sus reglas absurdas, sus perspectivas engañosas, y toda cosa esconda otra.
En tanto uno se limite a escribir poesía o ficción su sueño del Edén es cosa suya, pero tan pronto se aventura a escribir crítica literaria, la honradezrequiere que lo explicite a sus lectores.
me acostumbro al hedor del puerto,
me acostumbro a la misma mujer que invariablemente masturba,
noche a noche, al soldado de guardia en medio del sueño de los peces.